Tejido para caminar entre surcos de maíz, como lo hicieron los abuelos mayas. Este huarache lleva en sus costuras el respeto por la tierra: su cuero vegetal y suela antiderrapante honran a quienes labran el campo al amanecer. No es solo calzado, es herencia.

Forjado en los magueyales de Hidalgo, donde los tlachiqueros extraen el aguamiel bajo el sol. Sus correas anchas imitan las fibras del ixtle, resistentes como las manos que trabajan la savia dulce. Un homenaje al oficio que alimenta tradiciones.

Diseñado para escalar cerros como los rarámuris, que corren descalzos sobre barrancos. Su punta reforzada evita piedras filosas, y su talón abierto deja respirar la piel. Para quienes no le temen a la altura ni al esfuerzo.

En los tianguis de Taxco, los mercaderes recorrían puestos de plata y vainilla con huaraches sencillos pero dignos. Este modelo, sin adornos innecesarios, es un recordatorio: el verdadero lujo está en la utilidad honesta.

Rugoso como los caminos de plata que recorrieron las mulas de Guanajuato. Los arrieros cruzaban montañas con huaraches de piel curtida por el sudor y la lluvia. Este diseño conserva su espíritu: práctico, noble y lleno de historias por contar.

Rugoso como los caminos de plata que recorrieron las mulas de Guanajuato. Los arrieros cruzaban montañas con huaraches de piel curtida por el sudor y la lluvia. Este diseño conserva su espíritu: práctico, noble y lleno de historias por contar.

Materiales naturales, procesos manuales y cero prisa. Así creamos accesorios que duran generaciones.

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